Alto Knights, dirigida por Barry Levinson (Rain Man, Bugsy), nos sumerge en el mundo de la mafia con un enfoque que recuerda precisamente al universo de Bugsy, donde Warren Beatty interpretaba a un mafioso clave en la fundación de Las Vegas. Esta nueva película, escrita por Nicholas Pileggi —guionista de dos joyas del género como Uno de los nuestros y Casino—, comparte el mismo ADN narrativo, con una voz en off que guía los pensamientos y acciones de los personajes, un recurso característico de Pileggi.

Sin embargo, Alto Knights no alcanza la intensidad de aquellas obras, ya que carece del ritmo vertiginoso y adrenalínico de Martin Scorsese, quien elevaba a los mafiosos a un estatus casi mitológico, lleno de glamour, dinero y estilo. A diferencia del enfoque de Scorsese, que a veces incluso glorificaba la mafia de manera satírica (y no tan satírica), Alto Knights adopta un tono antimafia, más cercano a El irlandés, donde Robert De Niro buscaba redención por su pasado. Aquí, De Niro interpreta dos roles opuestos: Vito Genovese, un mafioso impredecible y arraigado en el mundo criminal, reminiscentes del Joe Pesci de Uno de los nuestros, y Frank Costello, un capo que anhela dejar atrás la mafia para llevar una vida normal. Esta dualidad, potenciada por el maquillaje que distingue ambos personajes, refleja una autorreflexión del propio De Niro sobre su carrera, marcada por icónicos gángsters como en El padrino II o Historia del Bronx (que también dirigió), donde ya exploraba la redención y las consecuencias de la vida criminal.
La trama sigue a dos amigos de infancia que ascienden juntos en la mafia de los años 60, pero toman caminos opuestos: uno busca escapar, como el Al Pacino de Atrapado por su pasado, mientras el otro abraza el poder criminal. Este mensaje antimafia, que subraya que los mafiosos terminan en la cárcel o muertos, es un acierto, aunque la película no sorprende en lo técnico. La recreación de la época, con coches y trajes impecables, es sólida, pero no innova frente a lo visto en Casino o American Gangster. Barry Levinson aporta su estilo, más pausado que el jazz frenético de Scorsese, pero no logra el impacto de clásicos del género como El padrino de Francis Ford Coppola o Cicatriz de Brian De Palma.

La banda sonora, con temas típicos de los años 60, evoca el ritmo de la ciudad, similar a American Gangster, con percusiones que reflejan el veneno de la mafia. Un momento destacado ocurre en una barbería, donde la música, en lugar de anticipar tensión, adopta un tono trágico, casi compasivo, reforzando el mensaje de redención. De Niro brilla especialmente como Vito, disfrutando su faceta más salvaje e impredecible, aunque su Frank Costello, más calmado, también convence al mostrar un mafioso que lucha por redimirse sin olvidar su esencia.
Lógicamente, Alto Knights no está a la altura de Uno de los nuestros o Casino, pero es una película sólida para los amantes del cine de mafia. La voz en off de Pileggi y la doble interpretación de De Niro, que explora la dualidad entre redención y crimen, son sus mayores aciertos. Si te gusta el género o eres fan de De Niro, disfrutarás de este regreso al mundo de los gángsters, aunque no esperes una obra maestra ni grandes sorpresas. Es una cinta bien hecha, pero no revolucionaria, que cumple sin deslumbrar.
