Cerró la carta entre lágrimas con sus pequeñas manitas, porque la amaba, y dando suspiritos y temblándole el hociquito gritaba ¡Pero yo la amo! ¡Pero yo la amo! ¡La amo!

Cuando pudo unos segundos contener su emoción, se vio ridículo. Observó su patitas rechonchas, su indefenso pelaje y su color tan simpático. Supo que nunca nadie lo tomaría en serio.

Esperó allí sentado largo tiempo rememorando momentos, cuando ser un panda no supuso un problema. Pero no perdió la esperanza, pensó que quizá aquella carta…de nuevo supo que era un panda y se puso triste. Y sufrió hasta que se aburrió.

Después de día y medio sin moverse de repente se puso en pie, con dificultad y cerrando todo lo fuerte que pudo su puñito, gritó.

-¡Voy a conocer a un Tigre que no quiera comerme y me enseñará a ser respetado!

Y nuestro panda empezó a caminar de un lado a otro del bosque tentando la suerte. Mirando aquí y allá. Sin resultado. Se desilusionó. Y cuando estaba a punto de abandonar su propósito vio una mofeta en el tronco hueco de un árbol caído, y aunque no era un Tigre se acercó y le pidió consejo.

-Disculpe señora mofeta,¿Qué deberi…? – Esta lo roció con su líquido pestilente, y nuestro panda tosió y dijo:

– ¡Maldita sea! ¡Maldita sea señora mofeta! – Y siguió caminando mientras tosía y estornudaba.

Tiempo después un cuervo que vio llorando a nuestro panda sintió lástima y se le acercó.

– ¡Señor panda! ¿Qué lo tiene tan preocupado? ¿Por que llora de esa forma? Amor… ¿Verdad?

-¡Síiii! – E hincó las rodillas al suelo y se dejó caer en la yerba. Y al poner su oreja en el suelo una hormiga que pasaba por allí gritó.

-¡Eres débil!

Nuestro panda apartó sorprendido la cara del suelo y miró perplejo a la hormiga.

No te pierdas la segunda parte de “El Hombre Panda”, por José Luís García.

Leer Parte II

Encuéntranos en:

Únete a nuestra sala exclusiva y no te pierdas nada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

More explosive content...