El contable 2 llega como una secuela que nadie pidió, nueve años después de una primera película que era, como suelo decir, “correctita”: entretenida, pero sin destacar en nada, rozando lo olvidable. La original mezclaba el espíritu de Jason Bourne con un personaje intelectual, Christian Wolff, interpretado por Ben Affleck, que evocaba al genio socialmente aislado de Matt Damon en El indomable Will Hunting. Era un hombre superdotado, conflictivo, con dificultades para relacionarse y pocas líneas de diálogo, lo que le daba una intensidad contenida. Esta secuela, dirigida por Gavin O’Connor, con el mismo equipo creativo, transforma ese tono serio en algo más ligero, dinámico y, sorprendentemente, más entretenido.

La gran diferencia está en el enfoque. Mientras la primera era seria, centrada en la complejidad de Wolff, El contable 2 lo presenta más relajado, con un tono de comedia que aligera la narrativa. La trama gira en torno al reencuentro con su hermano, convirtiéndose en una especie de buddy movie, donde esta relación fraternal aporta un aire menos denso, con escenas de comedia que se combinan bien con la acción, algo que eleva la película por encima de su predecesora. Aunque la historia repite el esquema de la original —conspiraciones, mafias y organizaciones criminales—, la presencia del hermano y el humor hacen que se sienta más fresca. Es una secuela que estira un universo que no parecía dar para mucho, pero lo hace con acierto.
Este cambio de registro recuerda a otras franquicias. Por ejemplo, las dos primeras películas de Thor eran oscuras y serias, incluso fallidas, pero Thor: Ragnarok dio un giro caricaturesco que revitalizó al personaje, aunque también lo convirtió en un Thor completamente distinto. El contable 2 no llega a ese extremo, pero sí relaja la rigidez de Wolff, permitiendo a Affleck explorar momentos cómicos sin perder la esencia del personaje. Esto es un acierto, ya que la seriedad de la primera podía sentirse pesada. La acción, como es habitual en la saga, está bien ejecutada, aunque no innova, y las escenas de comedia logran que la película sea más dinámica y accesible.

La banda sonora, compuesta por temas originales y canciones preexistentes, es continuista respecto a la primera. Acompaña los momentos de brillantez intelectual de Wolff —que recuerdan a Una mente maravillosa— y las secuencias de acción, sin destacar especialmente, pero cumpliendo su función. Es un complemento funcional que no roba protagonismo.
En resumen, El contable 2 es una secuela “correctita”, pero más entretenida que la primera. No es una película memorable, ni pretende serlo. Si la original te gustó, pero la encontraste densa, esta te resultará más ligera y disfrutable gracias a su humor y dinamismo. Aunque innecesaria, cumple como un pasatiempo sólido, ideal para quienes buscan acción con un toque de comedia sin complicaciones. Si te gustó la primera, esta podría sorprenderte (un poco).